En o Ende, la ilustradora de códices en la Edad Media


Bestia roja de ende, 
Beato de Gerona (siglo X)
Apenas se encuentran libros con iluminación datados en la Antigüedad; los pocos que contienen ilustraciones se enmarcan en el ámbito de las Ciencias Naturales o la Medicina, puesto que se pretendía aclarar o ilustrar el contenido de los textos. Durante la Edad Media, la ilustración en los libros aumentó considerablemente. Los códices más pintados eran aquellos que trataban temas sagrados, aunque en la época gótica se observan casos puntuales que contienen escenas de tipo costumbrista. Tendían a iluminar las iniciales, usaban entrelazados y encuadres, y también realizaban miniaturas. El estilo románico en España trajo consigo el desarrollo de un estilo original y diferente, fruto de la influencia mozárabe. Debe tenerse en cuenta que la mitad de la península estuvo bajo dominio musulmán varios siglos; por ello, la cultura cristiana embebió de la árabe y la oriental, dejó así libros tan particulares como los Beatos.

Semejantes escritos heredan el nombre de su autor, san Benito de Liébana, que escribió una serie de comentarios del Apocalipsis de san Juan. Estos solían presentar escenas con elementos tanto tradicionales como islámicos; asimismo, contenían rasgos geométricos, colores vivos y suelos decorados. Ende o En fue la única mujer vinculada al ámbito de la iluminación en su tiempo, al menos la única conocida. El Beato de Gerona[1] es el libro que conserva la firma de esta primera pintora documentada en la Europa occidental: ende pintrix et d(e)i aiutrix (‘Ende pintora y sierva de Dios’). Se ha tendido a etiquetarla como monja; no obstante, algunos investigadores han considerado que el título honorífico dei aiutrix podría otorgarse a mujeres de un rango social alto. Así pues, cabe la posibilidad de que Ende perteneciera a la nobleza y viviera en un monasterio, pero sin profesar[2].

La especulación acerca de la procedencia social Ende se debe al rechazo de imaginar que una monja podía tener la responsabilidad de iluminar una obra de gran relevancia y, además, firmarla. Si los monjes lo hacía, por qué no podrían las monjas. El códice conservado en Gerona fue producto de la colaboración con Emeterius, iluminador, y con el Abad Dominicus. Los datos que se tienen de En[3] o Ende son mínimos, tan solo puede afirmarse que vivió en Hispania en el siglo X y que realizaba miniaturas.

 El texto del Beato de Gerona procede del Beato de Liébana, que fue copiado durante varios siglos. La particularidad de este es que contiene unas excelentes miniaturas, cuidadas y bien detalladas; además, destaca por su acabado en oro y plata. Tiene unos 284 folios en letra visigótica. El códice se terminó en el año 975 y en 1078 pasó a la Catedral de Santa María de Gerona, todavía hoy responsable de su conservación.  Se conjetura el lugar donde pudo elaborarse; la idea más extendida es que fue en el monasterio de san Salvador de Tábara, uno de los más importantes del reino de León, ya que estaba provisto de scriptorium y biblioteca. Además, según consta en las fuentes documentales, fue un monasterio dúplice, tuvo más de 600 miembros entre monjes y monjas.
Mujer embarazada, serpiente y niños,
 Beato de Gerona (siglo X)

Hace un tiempo, el periódico El país difundía la noticia de que se hallaron restos de lapislázuli en los dientes de una monja del siglo XI. Las investigadoras afirman que el color se adhirió a su dentadura cuando esta afinaba el pincel que empleaba para iluminar libros. Este hecho prueba una vez más que las mujeres también estuvieron implicadas en la copia e iluminación de códices. Sin duda, formaron parte de la transmisión de la cultura en la Edad Media.
 



[1] Custodiado por la Catedral de Gerona, MS-7.
[2] Desveladas. «Ende, la monja miniaturista». En En las letras y en las artes [en línea]. 2015 [consulta: 19 marzo 2019]. Disponible en: 
[3] María Rosa Ferrer Dalgá demostró que había un error en la lectura de la firma del Beato y, por tanto, el nombre de la monja era En.

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