Beatriz Galindo, La Latina
Retrato de Beatriz Galindo (ca. 1501-1525), anónimo |
Isabel la
Católica, a pesar los enfrentamientos e intrigas palaciegas, tuvo una sólida instrucción
en diversas materias desde pequeña. Se dice que fue por la insistencia de su
madre, Isabel de Portugal, porque, al fallecer el rey Juan II, quedó ella al
cargo de la educación de los infantes. Gran parte de sus conocimientos se
fundamentaban en la religión, así como en el control del espíritu[1]. Durante el reinado de su
hermanastro, Enrique IV, se retiraron a Arévalo, lugar en el que Isabel empleó parte
de su tiempo en leer textos sacros; además, entabló amistad con mujeres como
Beatriz de Silva y Teresa Enríquez. Cuando murió su hermanastro el rey Enrique
IV y tras el Tratado de los Toros de Guisando, Isabel I accedió al trono. La
vida en la corte y el Renacimiento despertaron en la reina un gran interés por
el latín. Beatriz Galindo fue la mujer encargada de saciar esa sed por aprender
la lengua de Cicerón.
Beatriz Galindo[2], apodada la Latina, da
nombre a uno de los barrios más conocidos de Madrid. No se conoce la fecha
exacta, pero se estipula que nació en 1465 en Salamanca, ciudad en la que todavía
se conserva su partida de bautismo. Varios estudios afirman que su familia era noble,
aunque no muy adinerada, y oriunda de Zamora. Beatriz Galindo gozó de una
modélica educación que, sumada a su interés por la cultura, hizo que destacase
en el área de las Humanidades. Con tan solo tenía 16 años dominaba el latín; tal era su brillante destreza, que asombró al claustro de la
Universidad de Salamanca.
El futuro
que le auguraba era, sin duda, monástico, puesto que las mujeres cultas solo
podían desarrollar su erudición dentro de una institución religiosa. Sin
embargo, el Humanismo acabó con esta tradición y, así, Galindo se consolidó
como modelo de mujer laica dedicada al conocimiento. Es cierto que pasó una
pequeña temporada en un convento de religiosas debido a los escasos recursos de
su familia; esta era la única vía para continuar su instrucción.
Llegó a los
oídos de la reina Isabel I la existencia de una joven que destacaba por su
dominio de la gramática y la lengua latina. Poco tardó en contactar con ella
para llevarla a su corte, donde no solo enseñaría latín a sus hijas y otras
damas, sino también a la mismísima reina. Así fue como Beatriz Galindo salió
del convento en el que no terminaba de encajar y comenzó a servir a Isabel. La
posición privilegiada en la que se encontraba y su inteligencia le permitieron
participar en negocios y asuntos públicos que hicieron escalar socialmente a su
familia.
Se casó con
Francisco Ramírez de Madrid, matrimonio celebrado por los Reyes Católicos, pero
Isabel I no estaba dispuesta a que Beatriz abandonara la corte, por lo que les otorgó
500.000 maravedíes. Beatriz Galindo, junto con mujeres como Teresa Enríquez, participó
en las empresas acometidas por la reina, todas inscritas en el ámbito de la
cultura y el mecenazgo artístico, así como el patronazgo religioso. Isabel la
Católica y las mujeres de la corte creían en un plan humanista y en el cambio que
debía sufrir la sociedad para adaptarla a los principios políticos y sociales
que el Renacimiento promovía.
Beatriz
Galindo, al quedar viuda, se retiró a la villa de Madrid e inició cuantiosos
proyectos. Levantó tres fundaciones benéfico-religiosas: un hospital y dos
conventos. El hospital se situaba en la calle Toledo, cerca del mercado de la
Cebada. Adaptó unas estancias en el hospital para asentar la residencia de sus
hijas y la suya allí. La institución recibió el nombre de Hospital de La Latina;
atendía a personas necesitadas, presos, pobres vergonzantes, caminantes y, especialmente,
a mujeres, niños y huérfanas a las que se les preparaba para el matrimonio. Mejoró
las proximidades del hospital y trató de mejorar la vida de los madrileños,
dado que la ciudad vestía de un color muy diferente al de ahora; era una villa
pequeña, de gente humilde y muy pobre.
Escalera del Hospital de La Latina |
El legado
escrito es escaso, se han recogido un par de cartas en latín, algunos versos,
su testamento redactado por su propia pluma y algún autógrafo dirigido a la
reina. No obstante, la inmensa labor de Beatriz Galindo o la Latina quedó
reconocida tras bautizar el distrito madrileño por el que hoy transitan miles
de personas.
[1]
Alvar Ezquerra, A. (2002). “La
Educación de Isabel la Católica”. En Torre de los Lujanes, n. º 48, pp.
221-238.
[2]
Segura Graiño C. (2018). “Beatriz Galindo”, en Real Academia
de la Historia, Diccionario Biográfico [en línea]. Disponible en: <http://dbe.rah.es/> [consulta: 28/04/2020].
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