La valía de las mujeres del siglo XIX
La presencia de
la mujer en el mundo laboral, más allá de los propios trabajos domésticos,
aumentó considerablemente a finales del siglo XIX. No obstante, antes de la
Revolución Industrial, ya desempeñaba trabajos como hilandera, modista,
orfebre, cervecera, pulidora de metales, productora de botones, pasamanera,
niñera, lechera o criada en las ciudades y en el campo[1]. Una
de las consecuencias de la industrialización se localiza en el planteamiento
ético y moral acerca de la compatibilidad entre feminidad y trabajo asalariado. Comenzó a sustituirse la producción doméstica por la producción
fabril, hecho muy criticado, puesto que se cuestionaba la posibilidad de
compaginar el éxito de la actividad productiva con el cuidado de los hijos y la
casa. Así, se afirmó que la mujer solo podría trabajar un corto periodo de su
vida, ya que el matrimonio y los hijos le impedirían continuar desarrollando su
perfil profesional. A pesar de ello, se encuentran numerosos casos durante este
siglo y el anterior en los que cuando el trabajo entraba en conflicto con los
hijos, preferían dejarlos al cuidado de nodrizas antes que dejar el empleo.
En
el siglo XIX, continúan trabajos como el de empleadas domésticas, el de mano de
obra agrícola, aprendices o asistentas. Muchas mujeres se vieron obligadas a
hacer la maleta y buscar trabajos como los nombrados lejos de sus casas. Tendían
a labrarse su presente y futuro en ciudades como Madrid o Sevilla, puesto que,
por ejemplo, apreciaban la delicadeza con la que trataban las hojas de tabaco
en las tabacaleras. Detrás de este trabajo tan refinado, se esconden mujeres
con carácter y coraje, capaces de luchar
por hacerse un sitio en el ámbito laboral o por conseguir el sufragio femenino –A
vindication of the Rigths of Woman (1792), de Mary Wollstonecraft–. Asimismo,
se distinguen mujeres valientes, sin miedo a nada, así lo pone de manifiesto un
manuscrito del Archivo de Buitrago del Lozoya. Un grupo de mujeres que estaba
lavando un arroyo del pueblecito madrileño Puebla de la Sierra, bien como labor
doméstica o como asistenta, se toparon con un lobo al que acorralaron y mataron
a cantazos.
Manuscrito que certifica muerte de un lobo por varias mujeres de Puebla de la Sierra (1841) [2] |
{h1 r} 1 Valga
por no haber papel de oficio en el pueblo.
2 Bernardo Ruiz
de Olano, alcalde constitucional de esta villa de 3 la Puebla de la
Muger Muerta, 4 certifico cómo en el día dos del presente mes me
presentó Miguel Fer5nández de esta vecindad un lobo, el cual, según
tengo aberiguado, lo mataron 6 la muger de dicho Miguel y otras
mugeres que estavan lavando en un arroyo 7 a la orilla del pueblo, en
ocasión, que, habiéndose metido el lobo en una calleja, 8 donde no
pudo salir, lo mataron a cantazos. Y para que conste donde com9benga,
doy la presente certificación en esta dicha villa, a 10 de enero de 10
1841.
11 Bernardo Ruiz
de Olano.
French Peasant Girl (1878), Hugo Salmson |
[1] Joan W. Scott. «La mujer trabajadora en el
siglo XIX» [en línea]. En Historia de las
mujeres en Occidente, Barcelona: Taurus, 1991. [Consultado: 17 diciembre
2018] Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2223951
[2] Manuscrito transcrito para el proyecto ALDICAM-CM (Atlas Lingüístico Diacrónico e Interactivo de la Comunidad de Madrid).
[2] Manuscrito transcrito para el proyecto ALDICAM-CM (Atlas Lingüístico Diacrónico e Interactivo de la Comunidad de Madrid).
Comentarios
Publicar un comentario