Maruja Mallo


«Maruja Mallo, entre Verbena y Espantajo toda la belleza del mundo cabe dentro del ojo, sus cuadros son los que he visto pintados con más imaginación, emoción y sensualidad». 
FEDERICO GARCÍA LORCA

Ana María Gómez González (1902-1995), conocida como Maruja Mallo, fue una célebre pintora española. Fue una mujer avanzada, transgresora y arriesgada para su tiempo. Maruja era culta, metódica y contemplativa, pero, a la par, impulsiva. Rompía con todos los esquemas y convenciones sociales. Destacaba por sus provocaciones, por sentirse libre y, sobre todo, por su talento artístico. Su peculiar carácter arrollador le permitió introducirse en el mundo del arte del siglo XX, escapando así de una sociedad en la que no encajaba –las mujeres atendían, por lo general, las labores de sus casas–. A pesar de su gran relevancia histórica, su exilio durante el franquismo es lo que la condenó al olvido.

fotografía
Maruja Mallo y Josefina Carabias
Cuadro Antro de fósiles (1931)
          Nació en Viveiro (Lugo), en 1922 su familia se traslada a Madrid, donde la joven comenzó sus estudios en la Real Academia de Artes de San Fernando. En la capital entabló una relación de amistad con diversos artistas, escritores y cineastas de la Generación del 27, como Salvador Dalí, Concha Méndez, Gregorio Prieto, Federico García Lorca, Margarita Mano, Luis Buñuel, María Zambrano o Rafael Alberti. Con este último mantuvo una relación amorosa. Se considera una de las grandes intelectuales pertenecientes al grupo de mujeres del 27, conocido como Las sin sombrero. Durante la década de 1920, Maruja Mallo publicó en varias revistas literarias, como La Gaceta Literaria, el Almanaque Literario o la Revista de Occidente. Además, se encargó de realizar numerosas portadas de libros. 

En el año 1932 viaja a París, donde conoció a artistas como René Margritte, Joan Miró o Max Ernst. Su primera exposición en la ciudad francesa fue ese mismo año en la Galería Pierre Loeb. Es allí donde comenzó su etapa surrealista, pues surgió en ella un interés por el orden geométrico e interno de la naturaleza. Un año más tarde, en 1933, regresó a Madrid y colaboró, de forma activa, en la Sociedad de Artistas Ibéricos. Sin lugar a dudas, la notoriedad en el mundo de las artes era evidente.

Cuando estalló la Guerra Civil en 1936, Maruja huyó a Portugal, donde la embajadora de Chile, Gabriela Mistral, la recibe. Al poco tiempo, se trasladó a Buenos Aires, allí dio una serie de conferencias en la Asociación de Amigos del Arte. Su exilio duró veinticinco años y vivió en distintas ciudades, entre las que cabe destacar Nueva York; en esta ciudad conoció a Andy Wahol. Asimismo, destacó por poseer una activa vida cultural y social. En definitiva, fue una mujer que brilló con luz propia en cualquier lugar que pisó. En 1962 regresó a España, pero, tal y como ella afirma en el documental de RTVE, a duras penas fue reconocida. 
Fotografía
El mensaje del mar (1937), Maruja Mallo.
 Exposición en la Galería Guillermo de Osma

Hace unos meses, en la Galería Guillermo de Osma, Madrid, se podía encontrar una exposición dedicada a la pintora. Todavía queda la esperanza de que mujeres que pasaron a formar parte de la gran amnesia social, como Maruja Mallo, sean rescatadas. 

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